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“Si no molestas cuando dices algo, es que no has
dicho nada” Esa frase la comentó un tal Risto en Tv en un programa en el que
apareció para dar a conocer un libro que ha escrito y que según comenta, no se
pone el como ejemplo, sino que pone como ejemplo una serie de personas y
empresas de éxito y va desgranando como a base de molestar van consiguiendo
enriquecerse.
Comentó algo
interesante: el éxito no tienen por qué tener una relación directa con
enriquecerse. El éxito es algo muy personal. Sin embargo consideraba que había
que molestar para tener éxito (en el sentido de enriquecerse). No sé si lo
considera el único ingrediente, el molestar, o simplemente un ingrediente
necesario.
En cualquier caso
me hizo gracia que tuviera muy presente la frase antes citada, que no era de
él, ya dijo de quien era, pero no recuerdo el nombre, la frase es la mencionada
al principio: ” Si hablas y nadie se molesta, es que no has dicho nada”.
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No hace tanto leí que por muy mal que te vaya en
la vida siempre habrá alguien que te envidie por alguna razón que a ti se te
escapa y se alegre de que te vaya mal o no haga nada para que te vaya mejor,
porque siente envidia y con ello rabia
hacia ti.
¡Qué cosa!
Sí, estoy
convencida, somos envidiosos. Siempre vemos en el otro algo que nos gustaría
para nosotros. A veces incluso podemos envidiar cosas contradictorias: la
juventud de alguien que es más joven que nosotros, la madurez en alguien que es
mayor que nosotros. Podemos llegar a envidiar la juventud de una persona y la
madurez de otra. Podemos llegar a envidiar lo locatibilis y desinhibida que es
una persona y lo sensata que es otra. Podemos envidiar lo desahogada y
cómodamente que vive alguien y los números y malabares que tiene que hacer otra
para llegar a fin de mes y como se las ingenia para conseguirlo.
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