Dentro de la tragedia que estamos
viviendo, ha resultado gracioso que pidiera perdón por ser economista dado el
comportamiento que están teniendo sus colegas.
Hemos llegado a un punto en que
se ha demostrado que son capaces de cualquier cosa. Y protestamos, bueno,
tampoco para tanto.
Se retrasa la edad de jubilación,
hay que cotizar muchos más años para poder jubilarse. La gente joven no está
trabajando. El presente es incierto y el futuro ni qué decir tiene.
El cotizar para poder jubilarse
no es ninguna tontería. Es muy importante.
No hay trabajo. No hay consumo.
No hay trabajo….No hay futuro.
Han sido capaces de tasar los
pisos a un precio a la hora de dar un crédito y a otro en el caso de impago de
la hipoteca. ¡En qué cabeza cabe!
Han sido capaces de quedarse con
los ahorros de un montón de gente engañándoles.
Han sido capaces de subir los
impuestos después de decir que era lo último que iban a hacer.
Han sido capaces de cobrar un
euro/receta.
Han sido capaces de dejar que una
campaña electoral se basara en prometer algo ilegal a los votantes.
Estamos en una sociedad en la que
estar en contra del aborto, es poco menos que ser un psicópata que no sabe
ponerse en el lugar de otra persona.
Estamos en una sociedad en la que
se han sobrepasado todos los límites.
Es noticia día sí y día también
los abusos a menores y además se da por sentado que hay un porcentaje altísimo
de este tipo de abusos. Es algo que no
debería siquiera pasársenos por la imaginación, pero día sí y día también salen
noticias al respecto. Sabiendo que hay cosas que cuando se difunden y se dice
que es lo habitual, que es algo muy normal… una mentira repetida muchas veces,
se puede convertir en verdad.
Día sí y día también salen las
noticias de asesinatos de hombres hacia sus parejas, eso que se suele comentar
que este tipo de comportamientos puede ser contagioso.
Los niños fecundados en
laboratorio, los abortos, los cambios de sexo… las operaciones de estética sin
tener problemas significativos.
Sí, se puede pedir perdón por ser
economista, se puede pedir perdón también por ser político, por ser médico, por
ser farmacéutico, por ser periodista….
Pero aquí quienes pagan el pato
son las mujeres, los niños, la gente que ha confiado en que si el banco confiaba
en él, sabía lo que se hacía, la gente que ha confiado sus ahorros al banco.
Se puede dar la paradoja de que
el hijo tenga que abandonar su piso y que el padre tenga sus ahorros robados
por el banco.
Más lejos se puede llegar, por
supuesto que sí. Se ha llegado mucho más lejos en otras ocasiones no tan
lejanas.
Ya no nos podemos fiar de nadie. De
hecho, ¿de quien nos fiamos? De nadie.
¿El fin del mundo? ¡Ya está
tardando!
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