Me gustaba leer, me encantaba. Leía
por las noches, en la cama antes de dormirme, al final con un ojo abierto y
otro cerrado. Me despertaba, y antes de levantarme, leía un poco más porque
estaba absorbida por la historia, apuraba los últimos minutos antes de
levantarme, no durmiendo, sino leyendo un poco más. Tenía entonces 9 ó 10 años. Me encantaba leer
libros en los que los protagonistas eran gente de mi edad. Me leía un libro de
100 páginas en dos noches. Los guardaba, los releía, buscaba el capítulo o la
anécdota que más me había gustado y
volvía a leerla. Me gustaban sobre todo los diálogos, cuando los protagonistas hablaban.
A parte de los libros de
aventuras, me gustaban los libros de cuentos, que te llevaban a mundos
inexistentes y ocurrían cosas irreales, pero tenían su lógica, su entramado, su
desenlace. Los había bien buenos.
De niña leía mucho, me encantaba
leer.
Siendo adolescente, la literatura
era una de mis asignaturas favoritas. Nos hicieron leer algún libro que no
estaba mal. Pero me gustaba que me explicaran la vida del escritor, las
costumbres de la época, la técnica que utilizaba para escribir, la historia de
su vida, sus filias y sus fobias, sus amigos y sus enemigos…. De qué iba cada
uno de sus libros, porqué y cuando lo escribió. Me gustaba mucho la literatura,
pero han sido escasos los libros de estos grandes autores que siquiera he
empezado a leer. Sé de qué van, porqué se escribieron, más o menos cuando, cómo
era el autor…, el mensaje de su obra, la repercusión que tuvo.
Durante años he oído que “hay que
leer”. Quien no lee, que se calle.
La “traga libros” que era de
niña, cuando llegó a la adolescencia, tuvo la suerte de leer algún libro
interesante, bien bueno. Pero tropecé con algunos infumables y con otros que decías, bueno… No conseguí que
ninguno me absorbiera.
He leído libros, claro, relacionados
con mi carrera y profesión según el momento.
Reconozco que ha habido libros,
que aun siendo mayor, me han abierto los ojos, me han hecho tomar conciencia de
que ocurren cosas en el mundo a las que somos ajenos, al menos yo lo era hasta
no haberlos leído.
También hay otros, muy
comerciales, de humor, que me han hecho pasar muy buenos ratos. Me he reído a
gusto, con recopilaciones de monólogos que se habían emitido por tv.
Los libros que he leído a partir
de la niñez han sido escasos, algunos interesantes. Sin embargo, incluso los
que he leído enteros y me han aportado algo, no recuerdo el autor, el título. Recuerdo
algún pequeño detalle, lo que me haya abierto los ojos. Uno en concreto, que
hablaba sobre la vida en el desierto de una mujer. Sé que es muy famoso, pero
no recuerdo el título. La protagonista es famosa también. Ha hecho mucho por
las mujeres que han nacido en entornos parecidos al suyo. Pero, poco más o
menos, ahí me quedo: Tema interesante, merece la pena haberlo leído, es un
libro a tener en cuenta, ¿Título? ¿Nombre del autor?
En una ocasión, a un lector
exagerado, se lo ha leído todo, conoce títulos, autores, se ha leído todo lo
conocido. Le pregunté, ¿tanto te divierte leer esos libros? ¿Has sido capaz de
leerte todo esto?¿Te lo pasas bien con todos ellos? La respuesta fue que muchos
los había leído para no tener que decir en ningún momento que no conocía ese
libro.
Habrá mucha gente que disfrute
con la lectura, estoy convencida de que hay muchos libros que merece la pena
leer y que te abrirán la mente, pero también creo o sé que hay mucha gente que
se ve presionada a leer. El haber leído tal o cual libro te supone más
credibilidad, más saber que eres una persona con la que se puede hablar.
Conozco gente que se lee todo lo
leíble y que personalmente, ante los palos que da la vida, desde mi punto de
vista, tienen una reacción que deja bastante que desear. Son gente que lee,
creo yo, porque hay que leer.
Se habla mucho ahora de la gente
que se compra tal coche para fardar, también hay gente que lee para fardar.
Lo mismo que considero que hay
mucha gente que necesita coche o al menos que le facilita mucho la vida por
diversos motivos, hay otra mucha gente que según en que entorno se mueva y si
no tiene ningún problema de movilidad, no necesita coche para nada. Sin embargo
es rara la casa en la que no hay como mínimo un coche, y por supuesto, en
muchas, de una categoría muy superior a la necesaria. Objetivo: fardar.
Al igual que los coches son
necesarios en muchos casos, el leer libros, el abrirse los ojos es importante.
Pero mucha gente no usa apenas el coche o para lo que lo utiliza podría
prescindir de él. Con la lectura pasa lo mismo, hay libros que pueden servir de
mucho, pero muchos otros la gente los leer para fardar y ni tan siquiera se
divierten al leerlos, además de que tampoco se enteran mucho del mensaje, no
les cala. Y se comportan en muchos casos, después de pasarse la vida leyendo,
como si no supieran lo que es un sentimiento, como si no supieran lo que es la
vida.
Hay gente, por ejemplo, muy leída,
que lo siento, pero he comprobado que no siempre significa muy instruida. Me da
igual que sepan cual es la comida típica del país más desconocido, si sienten
desprecio por alguien que no sale guapo por televisión y comenta que no
entiende como sacan a fulanita con lo fea que es.
Tanto leer para sacar esas
conclusiones.
Vale, soy un zoquete, en cuanto a
cultura se refiere. Porque calcular necesidades hídricas, por ejemplo, tampoco
te hacen estar mucho en el mundo, ni enterarte de donde vienes ni a donde vas.
Además que todas estas cosas técnicas, van cambiando y si no estás en el ajo,
ya no se calculan así.
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